viernes, 4 de diciembre de 2009

"2012" ... y el fin del mundo

A partir de las predicciones de los mayas con sus vaticinios para 2012 y la determinaciones científicas basadas en las erupciones solares con la emisión de iones neutrinos que llegan a calentar el centro de la Tierra, para desatar explosiones y movimientos en las placas teutónicas continentales que provocará terremotos y tsunamis, y ésto es lo que predispondrá los cataclismos del final del mundo. Derrumbes de edificios, autopistas que se desploman, el suelo que se raja, volcanes en erupción é inundaciones sobre el planeta, es lo que preanuncia el director Ronald Emmerich como el Apocalipsis que se dá el gusto de contar en sus film catástrofes (Dia de la Independencia, Godzilla, El día depués del mañana y 10.000 A.C) con emociones ávidas para multitudes de ése género que se sienten atraídos por las emociones fuertes, con destrucción de ciudades, donde mueren miles de personas aplastadas con espectacularidad, por un guión preestablecido convencional característico a todas las sagas en su tipo estereotipadas, solo modificada por la tecnología digital de imágenes con efectos visuales que la hace realista el desastre con un presupuesto holgado de U$S 200 millones.
Así la erupción de fuego de un volcán inicia el cataclismo en el Parque Yellowstone y se extiende a la Casa Blanca, la India, el Tibet, París y sus personajes viven la agonía desde el presidente negro de EE.UU ( Danny Glover) su hija (Thandie Newton), un geólogo preanunciador Adrian Helmsley (Chiwetel Ejiofor) descubre que se incrementará la energía solar, un padre (John Cusack) como Jackson Curtis, un fracasado escritor divorciado trabaja como chófer de un magnate ruso, y al enterarse del apocalipsis quiere revindicarse ante sus dos hijas y su ex esposa (Amanda Peet), decide salvar su familia, que un conductor viene anunciando por radio el fin del mundo (Woody Harrelson). Para los que aguzan el ingenio ambicionando el poder mereciendo salvarse, recurren a las bíblicas arcas al conseguir pagarlo asegurando su subsistencia de la especie frente aquellos que no lo pueden, es el mensaje desalentador.
En el film se muestra una producción de escenarios digitales con plataformas móviles que reproducen ciudades y sus terremotos que derrumban todo, el Obelisco de la Casa Blanca, la Basílica de San Pedro, el Cristo Redentor en Rio que dan realismo a las escenas con sensación del movimiento donde los mismos actores perciben en su actuación, pero la paradoja es que no se vé muertos ante tanta destrucción, solo queda en el subconciente del espectador de una gesta claustrofóbica imposible de evitar que crea la tensión durante dos horas y media de anticipada espectacularidad visual que demandan los cultores de éste cine.

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