viernes, 7 de noviembre de 2008

Bond 007; Quantum of Solace

Las series Jambonianas nacidas en 1962 marcaron a fuego su sigla 007 con la presentación de sus títulos iniciales que consiguieron marcar un estilo para abrir las puertas a la acción reinventando las historias de espionaje del inglés Ian Flemming con intrépidas aventuras siempre a través de un nuevo rostro duro que en éste caso es de Daniel Craig que tiene permitida la licencia para matar.
La 22ª película de la saga 007 es una interminable sucesión de escenas vertiginosas de acción que el agente en "Quantum of Solace" busca vengar a su amada Vesper Aynd (Eva Green) que viene perseguida desde Casino Royale (anterior saga dirigida por Martin Campbell) sin descanso para enfrentar a Dominic Greene (Mathieu Amalric), un multimillonario odioso con todo su poder cínico que esconde bajo la campaña al querer concientizar ecológicamente para apoderarse de las cuencas acuíferas del subsuelo boliviano.
A pesar de la película recorrer un amplio recorrido turístico desde Toscana, Londres, Austria y centro americano de Haití y Chile, en esa vorágine paisajística se confunden a los bolivianos con mexicanos en escenas rodadas en paisajes chilenos de Antofagasta, acto simplista al tener en cuenta lo burdo que maneja la producción las locaciones, así como confundir la corruptela policial con la militar es demasiado pintoresca como ridícula para identificar con ironía la idiosincracia latina con sus expresiones, acentos y modismos.
No se puede dejar de reconocer que aquellos que buscan lo vertiginoso en Quantum lo consiguen generosamente durante todo el film con sus persecuciones y explosiones a todo nivel y con el recurso del montaje tecnológico y apoyo del guión escrito por el trio Haggis, Purvis y Wade que son recurrentes en su trama de ideas recicladas, donde en una película de alto voltaje su director Marc Foster consigue equilibrar el film en su conjunto pero dirige como puede a Craig y donde la exigencia de duro a Craig pasa ser amaderada en situaciones inverosímiles que se proponen como un exterminador Terminator.
La belleza de la actriz ucraniana Olga Kurylenko junto a la inglesa Gemma Artenton no alcanza ser suficiente para aportar todo el glamour que tenían aquellas chicas románticas que acompañaban a Bond en las sagas que se perfilaba la apolínea figura de Sean Connery, que no se consigue con el carisma de Craig como demasiado recio pero poco creíble.
La fotografía de Roberto Schaefer junto a la música de David Arnold están bien ajustadas a los requirimientos del film en su factura correcta de éste género.
e1000

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