domingo, 15 de febrero de 2015

50 sombras de Grey, a la sumisión



Una vez que la publicidad consigue el run-rum, comienza la fiebre por lo erótico que se va expandiendo por una base millonaria de venta del libro, se puede predecir y dar por descontado que mucha gente quiere ver lo más pronto posible para comentarla antes que nadie, y revelar los momentos eróticos a quiénes todavía no la vieron, es obvio que estamos hablando de 50 sombras de Grey: La pasión entre Anastasia Steele (Dakota Johnson), cuyas intenciones parecen ser morderse el labio y suspirar, es una estudiante avanzada de literatura inglesa todavía virgen, y Christian Grey (Jamie Dornan), un magnate galán de 27 años con un oscuro pasado y un presente dominado por traumas que lo lleva a obsesionarse con las prácticas masoquistas perversas de dominación, es narrada con canciones cuyos títulos resultan obvios ("I Put a Spell On You"; "I'm on Fire") en una banda sonora de Danny Elfman apelando a clichés del género erótico.
Así solo madres e hijas hablan de sexo fuera de la angustiosa y obligada charla educativa de la pubertad y además ayudadas con un muestrario de distintos juegos eróticos de gustos sexuales aparecen ritualizados para los mayores de forma fehaciente.
El maltrato machista adquiere la forma del sofisticadísimo y muy turbador 'bondage', como búsqueda de experiencias nuevas, que tanto gusta ser convertido en el puente snob que une a la adolescencia.


Hay esposas, palos y látigos y acumulación de azotes, flagelaciones y sometimientos entre el amo y la esclava en condición de sometida bajo contrato de acuerdo, que no son suficientes para convencer un erotismo donde no hay amor sino un tenor de setimientos fríos y fantasiosos sólo para ávidas jovénes iniciantes.
El realizador Sam Taylor-Johnson apela a la estética fotográfica de lujo irritante sobre yuppies narrando una historia que resulta involuntaria a lo ético, salvo en la escena de una "cena de negocios" entre los protagonistas en la que discuten los detalles y los alcances del contrato sadomasoquista que están por firmar al sometimiento de designio sexual al lograr un nivel de delirio y absurdo.


Recordemos algunas de las películas eróticas anteriores que fueron hitos allá lejos hace casi 30 años, una película quemó la cabeza de los adolescentes nacidos en los setenta: se llamó 9 semanas y media, dirigida por el hitero Adrian Lyne a los protagonistas Mickey Rourke, Kim Basinger con una canción de Randy Newman interpretada por Joe Cocker.
Otra película erótica más perversa y perturbadora de 1976 fue la japonesa de Nagisa Ôshima que se llamó El imperio de los sentidos (Ai no korîda) mucho más explícita con la famosa escena del huevo.
Ambientada en París una película de director italiano Bernardo Bertolucci con actor estrella estadounidense Marlon Brando y un músico argentino el Gato Barbieri fue el Último tango en París que se la identificó por la manteca.

  

Algunos cinéfilos se acuerdan de Betty Blue, "Emmanuelle", "La carne" de Ferreri, y "Crash" de Cronenberg que hicieron taquilla, pero es imposible no rendirse ante la película de Roman Polanski: "Perversa luna de miel", uno de los grandes títulos de 1992, cargada de juegos de seducción y erotismo sádomasoquista protagonizada por (Emmanuelle Seigner y Hugh Grant) quieren con su marido disfrutar su séptimo aniversario de bodas en un crucero, donde conoce a Mimi y su marido (Peter Coyote) en silla de ruedas, y éste le permite que la seduzca ante la escucha en su presencia, que aquí recordamos algunas escenas:

 

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