domingo, 18 de septiembre de 2016

El 4 REICH en el Luna Parc en 1938


Era el 10 de abril de 1938 en el Luna Parc se realizaba la demostración más grande que llevó a cabo el III Reich de la Alemania Nazi fuera de Europa en pro del nazismo que muestran a unos 15.000 argentinos nazis festejando el "Anschluss", es decir la anexión de Austria por parte del régimen de Hitler. Ese mismo día, el líder nacionalsocialista ganaba con el 99% un plebiscito sobre su permanencia en el poder y la embajada alemana en Buenos Aires quiso festejarlo.
Mientras que algunos diarios hablaban con preocupación de las "las pretensiones alemanas de extraterritorialidad", otros destacaban las "convicciones profundas" de Hitler y sus esfuerzos por establecer "la igualdad social" en Alemania, intentos que "se asemejan a un ideal democrático". ..
El fervor de miles de argentinos por las "promesas" del nazismo y su "cautivante" líder no se debía a la falta de información sobre lo que realmente sucedía en Alemania. 
En 1936 la prensa argentina ya informaba que Hitler buscaba "aniquilar, con los métodos más abominables a la laboriosa e inteligente población israelita".
Pese a todo según los registros históricos, Alemania estuvo a punto de ampliar sus conquistas en América con la Argentina como un poderoso aliado: 70.000 argentinos eran afiliados al Partido Nacional Socialista alemán, muchos de los cuáles en aquél 10 de abril vivaron a Hitler ("Heil Hitler!") en pleno centro de Buenos Aires.


Según la crónica del diario La Prensa aquél domingo 10 de abril de 1938 las columnas se encaminaban al estadio Luna Park que comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana. “Era un público numeroso y entusiasta”
Las delegaciones austríacas y alemanas arribaron también portando sus banderas e indumentarias nazis.
“Muchos miembros de las entidades nazis, quiénes vestían camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvástica, tuvieron a su cargo la ubicación del público realizada en un orden casi militar”, relató entonces La Prensa y Erich Otto Meynen arengó a la concurrencia alli reunida al grito que respondía "¡Heil Führer!" saludando con el tradicional saludo nazi con brazo en alto. 
El presidente Roberto Marcelino Ortiz creó una comisión especial que investigaría las actividades “ilícitas” de organizaciones extranjeras, que consistían en el adoctrinamiento de niños en escuelas de nuestro país, entre otras cosas. Además decretó la disolución del multitudinario Partido Nacionalsocialista Alemán de la Argentina y decidió la expulsión de dos espías de la Gestapo.
Pero el "affaire" entre Argentina y el nazismo sin embargo no concluyó con la caída de Hitler. Se sabe que finalizado el conflicto y durante el primer gobierno de Perón, Argentina y varios países americanos se lanzaron a una encarnizada carrera por atraer a los más célebres cerebros alemanes, en lo más diversos campos de las ciencias o la ingeniería.
Al mismo tiempo, según el historiador Felipe Pigna, "entre 1945 y 1950 arribaron al país criminales de guerra nazis (…). Según las fuentes, se habla de 6.000 a 8.000 refugiados" entre los que estaban el criminal croata Dinko Satic, el médico Joseph Mengele, y el jerarca Eric Priebke y seria el mismo Priebke quien admitiría, en el juicio en Roma, que “en 1945 el gobierno nacional [argentino] negoció con Alemania la entrega de documentación que permitió el ingreso de nazis al país. Se distribuyeron unos 2.000 pasaportes y 8.000 cédulas en blanco… y con ésta modalidad ingresaron en la Argentina unos 2.000 nazis.
En tanto Adolf Eichmann, el ideólogo de la "solución final" para el "problema judío" ingresó a la Argentina con un pasaporte italiano falso a nombre de Riccardo Klement en 1950 y se radicó en el barrio bonaerense de San Fernando llegando a trabajar en la planta local de la automotriz Mercedes Benz.
La reflexión y conclusión es categórica: al revisar las páginas del Diario El Mundo y La Prensa de la Argentina nazi se comprende porqué ésta nación a principios del siglo XX alcanzó el puesto número ocho de las más desarrolladas del mundo. Una saga intermitente de golpes de Estado y dictaduras cívico-militares -con la previsible reacción de guerrillas- y miles de ciudadanos desaparecidos llevan la señal distintiva de aquel totalitarismo mesiánico en los años sucesivos.

fuente Perfil

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