miércoles, 5 de octubre de 2011

"El extraño caso de Angélica", un amor psico-onírico

Si para quién opina que "la vida significa actividad, y que detenerse es morir" es el caso de Manoel de Oliveira, un director de cine portugués que desde que cumplió 70 años sigue pensando en continuar trabajando sin cesar al tener completado 27 títulos de sus films, además de cortos documentales que representan la mayor parte de su filmografía, entre las que se recuerdan el "Viaje al principio del mundo", La Carta, Porto da minha infancia, "Vuelvo a casa o Belle Toujours" como su posdata recordatoria al film de Luis Buñuel.
Actualmente muy febril en un estudio de Paris está en rodaje "Gebo y la sombra" una adaptación teatral de Raúl Brandao con un elenco que tiene a Jeanne Moreau, Claudia Cardinale, y Michael Londsale, y en preparación tiene "A Igeja do Diabo" inspirada en un cuento de Machado de Assis con Fernanda Montenegro y Lima Duarte.
Así lleno de imaginación y osadía con sus 103 años que los cumplirá en diciembre de 2011, con inusual veteranía de creador de refinado estilo que lo caracteriza por su vitalidad y energía, se resiste a la inmovilidad del bronce que lo perdure, y lo preocupan sus proyectos de nuevas películas, la explotación de las actuales como su última a estrenar; "El extraño caso de Angélica".
Éste film explica su razón de larga ausencia del cine entre los años 30 y los 60 cuándo al no consiguir productores que lo financiaran por causa de la censura, y ser su guión una experiencia de su infancia personal con su prima que la evoca como una jóven, bella y recostada en un canapé azul en el centro de la sala vestida de blanco con cabellos dorados, quedó en el cajón de los letargos.
El director cuenta que llevaba una cámara Leica buscando encontrar un desdoblamiento de la imágen inmóvil que pareciera muerta, comparada a otra foto que correspondiera a estar viva sin que las imágenes se encerrarán entre sí, y que la protagonista al revelarse la foto de una muerta se percibiera como si estuviera viva.
Ésta idea fue concebida en 1946 para escribir el guión en 1952 que durante el periódo de guerra, Hitler tenía matado a millones de judíos y los que conseguían sobrevivír emigraban a Portugal para viajar después a los EE.UU, así fue que su proyecto quedó demorado.
Algo parecido de hoy con las crisis económicas, catástrofes y una perdida de valores morales cambiados. Decía Oliveira"Nunca pensé que en aquella época podía filmar esta historia ya que la cámara no es capaz de captar los sentimientos y los sueños" pero su cine provee de ellos como apuntes en sus documentales en una atmósfera de sueños é irrealidad.
El relato del film es un jóven taciturno fotógrafo judío Isaac (Ricardo Trepa), es convocado por una adinerada (familia Regua) de la zona del Duero para retratar a Angélica, la bella hija (Pilar López de Ayala) que acaba de fallecer al poco tiempo de su matrimonio. En el momento de tomar la foto observa que ésta se mueve y le sonríe, y es en ése momento, que Isaac se obsesiona por ella y cuestiona la realidad de estar viva y a partir de alli, Angélica le atormentará día y noche hasta el agotamiento.
El film pasea un tema atemporal con melancólica meditación de refinado estilo sobre el tiempo, presente y pasado que agregan nostalgias sobre las cosas que van desapareciendo con la muerte, transportan al espectador a través de su hermética historia junto con lo puramente visual de sus paisajes, con sus labradores abriendo surcos para sus vides junto a la ribera del rio Duero con el espíritu del esfuerzo humano para que una osadía de Olivera imagine un desenlace surrealista con la muerte del canario en un hermético ambiente, recordar a Buñuel ó cuando en sus noches la jovén viene a buscarlo en vuelo nupcial ilustrado a la manera de Méliès.
Es destacable mencionar que la subjetividad de la luz en las escenas es mérito de la fotografía de Sabine Lancelin junto a un elenco que acompañaron Leonor Silveira, Adelaide Teixeira, Luis Miguel Cintra, y Ana Maria Magalháes sus preferidos intérpretes de anteriores films, y se completa con edición de Valerie Loiseleux, Diseño de producción de Christian Marti y José Pedro Penha y coproducción de Portugal-España-Francia-Brasil-2010 con duración de 96 minutos.
Cierto hermetismo en la historia puede desorientar al espectador que debería mejor desposeerse de lo profundo y dejarse llevar por la belleza del cuento y sus imágenes, que hacer un análisis de lo real de un amor imposible que solo puede ser apresable por el cine.