
Todo ha pasado hace 25 años, es la búsqueda que impactó su vida y lo intuye Benjamín Espósito, un empleado judicial jubilado al decidir escribir una novela, para matar el tiempo de ocio que le toca vivir, y sus recuerdos son los móviles que lo lanzan en su cabeza a junio de 1974 donde quiere investigar la muerte de una mujer asesinada que no fué resuelta. Ni bien Espósito pisa el juzgado de Irene Menéndez Hastings (Soledad Villamil),el espectador presiente que la historia se va a disparar de otras manera con filling romántico por causa de una sonrisa irresistible. El director de El secr

Espósito le ha dado siempre muchas vueltas a las cosas de su vida y que (Ricardo Darín) con su personaje las va agigantando dentro del simple empleado judicial al que el cadete llama "doctor", se guía por la señal que lanzan los ojos que lo apasionaron siempre y mantuvo callado, jamás se equivoca.
Las corazonadas lo llevan al viudo de la joven asesinada, Ricardo Morales, quién espera al asesino todos los días con esa desesperanza de amor que siente (Pablo Rago) indefenso y que va mutando hasta el final.
El mismo olfato lo enfrenta al sistema judicial y le da energía para bancar a su compañero de trabajo y amigo, Pablo Sandoval (Guillermo Francella) impacta en el rol de empleado que cose expedientes y que tampoco puede escapar de su frustación y a "su pasión" por la vida que tiene por lema, un tipo libre que tiene más horas de bar que de juzgado.
La dupla Darín-Francella es imbatible tanto en el drama como en ése humor liberador que destila. Darín, Francella, Rago y Villamil logran una ajustadas interpretaciones inolvidables en este thriller policial basado en la novela homónima de Eduardo Sacheri "La pregunta de sus ojos".
Campanella suma los ingredientes de su propia cosecha con factura de una historia equilibrada. El secreto de sus ojos alude al invierno impiadoso y agrega detalles inconfundibles que transportan a los inicios del terror de Estado en Argentina durante la época de subversión, de la escritura de la novela, donde aparecen las cuentas y pasiones sin saldar.
El director esta vez toma, de Buenos Aires, la atmósfera de un bar en penumbras donde alguién se emborracha y recuerda la delantera del Racing Club de 1964 que sobrevuela desde el aire; y donde su cámara recorre las galerías señoriales de Tribunales entre los expedientes en que también se olfatea la muerte. Si las interpretaciones son impecables, también lo es la cámara que acompaña a Espósito y que se va cargando de un dramatismo profundo y doloroso.
El thriller judicial de Campanella es más que un recuerdo de pistas, huellas y nombres de un expediente olvidado. Hay en El s

Lo acompañan la cuidada fotografía de Félix Monti (La historia oficial, El exilio de Gardel, La niña santa) y la ajustada música de Federico Jusid.
El nudo que se desenvuelve entre el momento político, y la naturaleza trágica desbordante de los personajes donde el amor sostiene el film, que mira hacia atrás para asegurarse el futuro.
Opinión de Marcelo Stilentano